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LA ESPADA DE LOS TEMPLARIOS

  • Foto del escritor: Lic Cesar Imbellone
    Lic Cesar Imbellone
  • 10 ene 2016
  • 19 Min. de lectura
Espada Templaria - Mito o Realidad-

Todos vemos en las Ordenes Neotemplarias y sus blog en internet, como compran supuestas replicas de espadas templarías para sus ceremonial e iniciaciones, vemos en hollywood lo mismo, en dibujos etc, una espada de casi metro y 20 o 30cm de larga en manos de supuestos Templarios.



Aprovechando la coyuntura desmitificadora, me he propuesto acabar de una vez por todas con un tema muy claro y que, sin embargo, parece que no deja de resonar dentro de la cuestión sobre el equipamiento templario. Aquí y allá no se dejan de ver grupos que no paran de reproducir este error, ya sea por desconocimiento o por auténtica convicción (desgraciadamente, hay al menos uno de este segundo tipo).


Es un tema que conviene desmitificar, pues sin duda es uno de los que más daño hacen a la historia cotidiana de la Orden del Temple, y que se me manifiesta extraño de erradicar a pesar de la sencillez de las pruebas y su aplicación.



Mis fuentes, citadas naturalmente, serán los trabajos de Oakeshott, que fácilmente encontraréis en MyArmoury, aunque también el conocimiento y la comunicación con los miembros de la AEEA, a los que espero hacer justicia y, sin errores, sobre este tema.



El Articulo:


¿Por qué no se usaba la espada de mano y media / bastarda / espada a dos manos en la Orden del Temple?


Introducción


La "espada larga" (por utilizar una denominación, esta de origen alemán, algo más correcta) NO se utilizaba en la Orden del Temple. Pruebas hay muchas, y citaré unas cuantas de ellas a lo largo del artículo.


Pero antes, no obstante, conviene realizar algunas definiciones y explicaciones sobre el propio concepto de la "espada larga". Como "espada larga", por supuesto, y aunque esto no es exactamente lo más correcto, me referiré al conjunto de "armas bastardas, de mano y media y mandobles", englobando con estas un grupo contrapuesto al de espadas de mano, compuesto por "espadas de mano y arzón" fundamentalmente. Por ello, ACONSEJO: entrecomillad el concepto "espada larga" cuando lo utilice en algunas ocasiones, simplemente para contraponerlo a "espada de mano", sin diferenciar tipologías.


Existe mucho atractivo, pero también mucho mito sobre el uso de las espadas. Y por ello, considero que conviene hacer una aclaración sobre esto. Y conviene hacerla porque, además, hay un error muy extendido en la nomenclatura, y que hace que mucha gente ni siquiera sepa llamar correctamente a lo que tiene entre las manos. Las siguientes definiciones son actuales, pues nunca en la época se utilizaron, pero permiten poder hablar hoy con propiedad de tipologías de espadas, además de las ya utilizadas por Oakesott (XI, XIa, XII... etc). Y son muy básicas, tremendamente resumidas y generalizadas, vaya por delante.


Una ESPADA DE MANO, es una espada que se utiliza, como bien se indica, con una sola mano, existiendo en la empuñadura espacio para una única mano. Con una hoja de distinta medida (entre 65 y 80 cm), pero que en general no excede, en su conjunto, de los 90 cm, o un metro como mucho, guarnición incluida. Su peso ronda 1 kilo.


Una ESPADA DE ARZÓN, es una espada que se utiliza con una sola mano, existiendo en su empuñadura espacio para una única mano. En este caso, no obstante, la hoja es más larga, pudiendo llegar fácilmente a los 90 cm ella sola. En su conjunto, está en algo más de un metro de longitud, guarnición incluida. Su peso ronda 1 kilo o 1 kilos 100 gramos como mucho.


Una ESPADA BASTARDA O ESPADA DE MANO Y MEDIA, es una espada cuyo tamaño de hoja es igual o semejante al de una espada de arzón, es decir, que puede rondar los 90 cm (más largo que una espada de mano), pero que amplia su empuñadura para que quepa media mano más o, como mucho, una mano más, ciertamente juntas. Su longitud, por tanto, podría llegar cómodamente a los 110 cm guarnición incluida. Su peso rondaría 1 kilo 300 gramos.


Una ESPADA DE DOS MANOS, es una espada cuyo tamaño de hoja excede de los 90 cm, generalmente encontrándose entre los 95 y los 105 cm. Su guarnición es mucho mayor, para dos manos cómodamente asentadas, y posiblemente media más. Su longitud total sobrepasa los 120 centímetros generalmente, y su peso ronda el 1 kilo 500 gramos.


Todos las medidas y pesos, por supuesto, varían de tamaños y modelos de hoja y guarnición, y no se ajustan a un canon específico: son medidas exclusivamente orientativas. Puede haber espadas, y generalmente las hay, que se encuentran muy por debajo del peso citado, y también las hay que están por encima de este.


Bien, hecha esta aclaración, procedemos a explicar por qué estas armas NO se usaban en el Temple (y si extrapolamos con cierta lógica a las otras órdenes militares, veremos que tampoco hasta cierto punto cronológico, cuando el Temple ya había desaparecido).


La "espada larga" no se usaba en la Orden del Temple, ni tiene su origen en ella, ni se práctica comunmente con ella, por no decir que, casi más acertadamente, no existía. Jamás sentenciaré, por supuesto, que un Templario jamás tuviera la ocasión de ver, tocar o manejar una espada algo más larga que las espadas de una mano; pero desde luego no lo haría nunca en combate, y la citada ocasión y arma no sería sino excepcional en el periodo del que estamos hablando. Y, por supuesto, JAMÁS se podría considerar a ese "espécimen" como una "espada larga", careciendo absolutamente de los rasgos de cualquier "espada larga" propiamente dicha, y de cualquier método o sistema de combate definido. Es un absoluto anacronismo.


Razones


Y las razones por las cuales NUNCA se empleó esta espada en la Orden del Temple son:


1) Porque NO existían: cronología del arma. Esto claro esta que si tomamos que la Orden del temple como tal quedo eliminada en 1315, si tomamos en cuenta que la orden del Temple no dejo de existir, entonces si podemos conjeturar, que con el paso del tiempo, los Templario modernos se adaptaron a las nuevas tecnologias y armas. Dicho esto volvemos a hablar de los Templarios en el tiempo de su existencia "oficial".


Las espadas largas, específicamente las de mano y media o bastardas, nacen, como tales, en el siglo XIV. Y no en un siglo XIV inicial, sino más bien en la segunda mitad y tardíamente. Oakesott sostiene que, aunque algunos ejemplares de difícil catalogación ya aparecen en el siglo XIII, realmente no se pueden definir como espadas largas, sino más bien como una suerte de espadas de mano que han ido progresivamente aumentando de tamaño.

La mayor parte de estas espadas, de hecho, ni siquiera tienen una catalogación fija por su tamaño en el mismo siglo XIII, sino que en gran medida se duda en que en realidad pertenezcan al XIV. Lo que se puede observar en el XIII son las citadas espadas de arzón y, en casos muy excepcionales, alguna suerte de espada de mano o arzón que, en un momento muy tardío, aparezca con algunos rasgos incrementados. Pero no son armas al uso, sino más bien excepciones que determinados armeros efectúan por solicitud de sus clientes y por el método de innovación. En cualquier caso: cuestiones ajenas a una orden militar.


Y aún así, hay que concretar: las "espadas largas" que nacen en el siglo XIV (pues ya comento que las del XIII apenas si son espadas de mano o arzón con ciertas modificaciones) son solo espadas bastardas o de mano y media. Ni siquiera son espadas a dos manos, cuyo verdadero desarrollo no llegará hasta la primera mitad del siglo XV. Por lo tanto, mucho más lejos aún del verdadero desarrollo de la Orden del Temple.


Las espadas de mano y media o bastardas que nacen en el siglo XIV son muy primitivas, y hasta muy tarde, casi en el siglo XV, ni siquiera tendrán un método de combate bien definido. Ni siquiera eran armas de uso corriente en el ejército.

Queda todas estas armas (bastardas, mano y media y dos manos), por tanto, muy lejos del Temple y sus órdenes militares coetáneas.


Otro punto a destacar en esta cuestión, aunque en menor medida, sería el de la expansión geográfica, y es que el nacimiento y utilización de las armas empuñadas a dos manos es fundamentalmente Europeo central (especialmente Alemania), y no precisamente en Oriente, el punto de partida y máxima influencia de la gran mayoría de las órdenes militares. Allí apenas llegaría cualquier innovación de este tipo, llegando tarde incluso a la Península Ibérica (y muy tarde). Tampoco era necesario: las realidades de enfrentamiento en unas condiciones (por ejemplo climáticas) de un lugar y otro son radicalmente distintas: y eso también afecta al armamento y el modo de usarlo.


Hay que hacer especial hincapié en este apartado: a la Península Ibérica llegaban estas cuestiones posiblemente medio siglo después de su origen, por lo que a casi todas las fechas dadas hay que sumarle esa cantidad si se trata de la Península Ibérica.


2) Porque NO se necesitaban: morfología del arma y usos.

Existe una ley de oro dentro del estudio del armamento que reza: "toda arma nace para responder a una necesidad armamentística". Y esa ley es fundamental, precisamente, en este periodo, por una sencilla razón: ¿para qué nacen armas más largas?.


La respuesta del nacimiento de armas de mayor tamaño se fundamenta en el incremento de las armaduras y su factor de protección: la introducción de nuevos sistemas defensivos: las placas metálicas: "mail and plate", como dirán los ingleses. La evolución de las armas se produce debido a la evolución de las armaduras, y aunque existen otros elementos, lógicamente, el fundamento básico se encuentra aquí.


Hasta el siglo XIV, el armamento medieval presenta unas líneas de evolución bastante estables y sin cambios de gran importancia. Había, por ejemplo, muy pocas diferencias entre una cota de malla del siglo X y una cota de malla del siglo XIII. Y aunque, lógicamente y como sabemos, hay diferencia, especialmente en cuanto a la utilización de determinados elementos, etc, lo cierto es que no existe ningún elemento defensivo nuevo en todas estas épocas: lorigas de malla, corazas de cuero, etc. Hemos de ver que incluso elementos como las grebas han desaparecido casi completamente del panorama armamentístico, incluso a pesar de que sabemos que antes de esta época se utilizaban.


Y por tanto, respondiendo a las necesidades de las armaduras de este momento, encontramos que la espada de una mano es efectiva y eficiente. Con una punta afilada, a veces redondeada o no, estas armas podían llegar a penetrar una cota de malla, y tendían a ser delgadas para perforarlas, cosa que podían hacer sin excesivos problemas. En este contexto no hace falta ninguna otra arma (y por ello, evolutivamente no la hay). Los guerreros tienen su mano diestra ocupada con su espada, y dada la protección que ofrece la cota de malla, que muchas veces no es eficaz contra esta espada (únicamente de punta, claro está), el guerrero emplea su otra mano para sostener un escudo, que no es tan pesado como se ha llegado a insinuar por ahí (también había que saber usarlo, como todo en esta vida). Es un escudo de gran tamaño (incluso el escudo de cometa de la segunda mitad del siglo XIII cubría cómodamente del cuello a la rodilla), que unido a la protección de la malla ofrece una defensa muy práctica. Y por ello, y hasta la primera mitad del siglo XIV, este esquema va a perdurar sin modificaciones: funciona y no requiere de cambios. Solo hubo unas pequeñas variaciones: espadas de arzón, de una hoja algo más larga para poderlas usar a caballo con comodidad.


Pero esto en el XIV cambia, y cambia completamente. Pero qué fue antes: ¿la gallina o el huevo?. ¿Qué mejoró antes: la armadura para satisfacer las exigencias de la espada, o la espada para satisfacer las exigencias de la armadura?. Esa cuestión, lógicamente, no la sabemos.


Lo que sí sabemos, por tanto, es que hasta que este siglo XIV no hay necesidad de nuevas armas. Y esta necesidad también se va a ir traduciendo en las espadas de una mano, que se volverán más puntiagudas y afiladas, engrosando su tercio fuerte y apuntando cada vez más sus siguientes dos tercios. Hacia el siglo XIV las espadas de mano evolucionan, y además, nacen "espadas largas".


Y nacen, por tanto, por una necesidad: la mejora de la armadura. A partir del siglo XIV, especialmente a mediados, vemos que las armaduras empiezan a mejorar en muchísimos niveles, incrementando el nivel de protección mediante nuevos elementos: algunos reciclados de épocas pasadas (corazas y grebas fundamentalmente) y otros casi completamente nuevos (guanteletes o articulaciones). Estas mejoras de armamento van a empezar a cubrir al combatiente de toda una serie de defensas que una espada de mano no puede perforar. Y no solo no puede porque resistan los impactos (que lógicamente no todos lo resistirían): no pueden perforarlas porque la anatomía de las armas no tiene esa función. No es fácil perforar una cota de malla, pero más difícil es aún perforarla cuando lleva ciertas piezas metálicas que no solo impiden alcanzar la citada cota, sino que además obstruyen el combate.


El combatiente, por tanto, conforme evoluciona su armadura, percibe que su escudo es cada vez menos necesario (de ahí que a lo largo del XIV los escudos de los individuos que podían permitirse armaduras con placas presenten una reducción muy sospechosa de su escudo). Y cuando su escudo se vuelve innecesario o menos necesario, es entonces cuando se plantea que ya puede empezar a utilizar la otra mano para empuñar también su arma: puede entonces nacer una espada que se empuña con ambas manos, es la segunda mitad del XIV.


¿Por qué es una falacia emplear una espada con empuñadura de dos manos en un periodo anterior?: porque si combates con una espada larga llevando únicamente una cota de malla, la armadura por excelencia hasta la primera mitad del XIV, lo cierto es que te hacen absoluta papilla. El escudo, con la cota suelta, es absolutamente imprescindible. Y, por tanto, el uso de las armas largas no solo es inútil, sino que además innecesario. Para combatir con seguridad con un arma empuñada con ambas manos necesitas, forzosamente, una armadura que ofrezca una protección equivalente o superior a la de un escudo del momento: y eso no existe antes de mediados del siglo XIV y, por lo tanto, y como estamos viendo, la "espada larga" tampoco.


Claro, avanzada esta evolución hasta el siglo XV encontramos ya los arneses completos, como el Churburg o, más entrados en el siglo XV, los arneses góticos o blancos, donde no hay apenas un centímetro del cuerpo que no esté cubierto de metal. En esas circunstancias realmente se vuelve inútil el escudo y un arma que se empuña a dos manos pone de manifiesto todas sus ventajas.

3) Porque NO se conoce tradición previa: maestros de armas.


La tradición de los maestros de armas, además, secunda este concepto: pero hay que hablar de algunas cuestiones más. En sus orígenes, cuando empiezan a verse estas armas, los planteamientos que hacen los que serán sus primeros maestros, que recogen la técnica, son que las "armas largas" no son armas para la batalla, sino armas para duelos. Prácticamente toda la tratadística de las "armas largas" del momento y hasta momentos avanzados del siglo XV se refiere a estas armas como exclusivamente de duelo (ya ni hablaremos de órdenes militares en este aspecto).


Y es que para que un arma presente técnica y tradición ha de tener toda una trayectoria de uso previo. Claro, ¿qué tradición o trayectoria va a tener un "arma larga" en la segunda mitad del siglo XIII cuando, por tantas razones, podemos creer que no nacen hasta el XIV?. Es, de nuevo, una falacia: un anacronismo.


El primer maestro de armas que se reconoce y escribe un tratado sobre la "espada de mano y media" es el alemán Hanko Döbringer, cuya obra está, nada menos, documentada en el año 1389. ¿Que tradición puede tener este arma en el siglo XIII, el último siglo que vive la Orden, cuando el primer tratado de estas armas se escribe en 1389?. Es posible que hubiera algún tratado o cierta técnica de enseñanza previas a este momento, pero ¿hasta que punto podría retrotraerse en el tiempo?, ¿hasta 1300?. Seguiría siendo insuficiente. Es posible que se nos haya perdido algún tratado intermedio, pero de nuevo, ¿hasta qué punto podríamos retrotraerlo con conocimiento de causa?, ¿hasta 1350?.


Porque después de Döbringer ya si que habría una "explosión" de tratadística de la "espada larga", a lo largo de todo el siglo XV, comenzando sencillamente por el Flos Duellatorum de Fiore dei Liberi (1400-1410). Pero aquí ya estamos en el siglo XV y, espadas bastardas, mano y media o espada a dos manos indiferentemente, ya no tienen lugar respecto a la Orden del Temple.


Y aún así, claro está, también conviene recordar que el planteamiento que dieron estos hombres a la práctica de la "espada larga" no era el uso en combate, ciertamiente arriesgado, a pesar de todo, teniendo en cuenta que el arma que seguía predominando por excelencia era el escudo. El planteamiento que ellos dieron, y que resultaría tremendamente exitoso del XV al XVII era el de una espada de duelo: un arma entre caballeros.


4) Porque NO se reglan: la idiosincrasia de la Orden del Temple.


Pero además de todo lo ya dicho, que es suficiente y no es poco, hay que tener otro factor a considerar: la reglamentación interna de la Orden. Independientemente de que existiera o no, ¿la llevaría un templario?. La respuesta es No.


He leído en algunas ocasiones que el templario solo llevaría el escudo a caballo porque resultaba pesado y que, si combatía a pie, el arma larga era una preferencia mucho más aconsejable. Lógicamente, esto es falso. Además de que el arma larga no existe, y que si existiera su uso carecería de técnica dada la ausencia de tradición, y de que si tuviera lo anterior sería un arma de duelo, y de que si tuviera lo anterior sería morfologicamente inutil, además resulta que la Orden no la permitiría.


La Orden era una organización de combate muy precisa y muy eficaz, algo propio de la rigidez y la disciplina monástica. Era capaz de armar fuertemente a todos sus soldados (o casi todos, según el caso), y disponía de un método de combate muy efectivo que vendrá utilizándose desde finales del siglo XI, recogiéndolo en su Regla para la posterioridad del siglo XII. Y una de las cosas que hacía que los templarios fueran tan eficaces en combate era, precisamente, que todo su modo de actuar en combate y el armamento que llevaban estaba religiosamente reglamentado. Los caballeros y sargentos templarios (estos últimos si había abundancia de material, generalmente) llevaban a la batalla: cota de malla, escudo, lanza, espada, maza y daga, en la mayoría de los movimientos armados. Y ahí, la espada está muy bien definida: una espada de mano, o espada que permita una adecuada utilización desde el caballo y a pie, según las necesidades: una espada de arzón.


En todo este cúmulo de armamento, cada pieza está específicamente diseñada para utilizarse de una manera eficaz y resolutiva. No hay dudas: el templario lucha con escudo y lanza, sustituyendo la lanza por la espada si la pierde, y sustituye la espada por la maza si la pierde, y combate con la daga si pierde la maza. E incluso en el caso de que perdiera el escudo y hubiera de empuñar su espada con sendas manos, lo único que estaría haciendo es empuñar una espada de mano o arzón con ambas manos: sigue sin aparecer la citada "espada larga". Es más, lo más probable es que ni siquiera hiciera eso, sino que combinara su espada o su maza con la daga, combinación de armas bastante más efectiva (dado que una espada de mano o una de arzón, a fin de cuentas, siguen teniendo la longitud de una espada de mano o una de arzón).


El escudo no es un armatoste de solemnidad: es una absoluta falacia afirmar que "un templario se desprendería de él por su peso y que un arma larga sería más eficaz en esas circunstancias porque también cumple sus funciones defensivas", como me han comentado por ahí. Eso es mentira: entre otras cosas porque una espada de mano y media no es capaz de parar las flechas (de nuevo hay que insistir en que no podría utilizarse si la armadura corporal no ha evolucionado lo suficiente como para no necesitar escudo: es decir, lo suficiente para ofrecer una solida protección, por ejemplo, contra flechas). El escudo es un arma muy efectiva, útil para golpear y especialmente para defender, cuyo peso no es excesivamente alto, y menos para un individuo entrenado: hay que saberlo usar. Posiblemente, el escudo sea el mejor amigo de un combatiente en batalla.


Los templarios tenían muy reglamentado, además, su sistema de combate. Los templarios luchaban a caballo realizando una carga general (huelga decir que las "espadas largas" no se empleaban a caballo, por razones obvias, aunque cuidado, porque eso no quiere decir que no se llevaran en el caballo, y hay algunos usos sobre este, concretamente a partir del siglo XV-XVI). Y en esta carga general, por tanto, a caballo, no hay sitio alguno para las espadas largas.

Cuando los templarios luchaban a pie, cosa que tenían que hacer en no pocas ocasiones, entonces empleaban un sistema clásico y tremendamente conocido en el mundo medieval: un solido y muy organizado muro de escudos. Estos muros protegían a los soldados mediante su cohesión y efectividad, y permitían romper con mucha eficacia a unidades de combate menos organizadas. Los muros de escudos dependían del entrenamiento de sus integrantes, pues igual que un muro de escudos bien entrenado, en el que cada miembro cumple su papel, es irrompible; un muro de escudos mal organizado se rompe con mirarlo. Y en estos muros, por tanto, el escudo es la pieza fundamental, que cada miembro utilizaba y que servía para proteger al resto: y había que entrenarse con ellos. Este era uno de los métodos de la época, muy efectivo, y muy utilizado. Estos muros, además, solían verse erizados con numerosas lanzas (nada comparable, por supuesto, con picas, en un principio), y con otras armas que los apoyaban. Lógicamente, estos muros se daban cuando no se usaba la caballería, es decir, en no tantas ocasiones como la carga.


Pero independientemente de eso hay una cuestión clave, y es que en un muro de escudos una espada empuñada a dos manos es inutil: no solo no defiende al que la empuña, sino que además rompe la cohesión y la continuidad del muro. Y esto no es un beneficio. El arma para esos casos es simple: la espada de mano o de arzón, la lanza o la maza, y todas ellas con el escudo: armas a empuñar con una sola mano.


Por lo tanto, siendo la idiosincrasia de la Orden el llevar el armamento de sus hermanos y su organización en batalla como algo perfectamente determinado y organizado (la Regla nos ha dejado buena cuenta de ello, y en ningún sitio se habla de armas largas), ¿donde quedaría la "espada larga", si además ignoráramos todos los demás datos?. La respuesta es simple, de nuevo: en ningún sitio. La Regla templaria fue modificada en varias ocasiones, siendo las últimas en la segunda mitad del siglo XIII y, sumando además este dato: siguieron sin mostrar ninguna innovación al respecto. Recordemos una cuestión muy simple: los tejidos regulares de una orden podían absorber innovaciones, pero en general no sustituían sus métodos de combate ni su armamento a la ligera, y su sistema de combate era efectivo: mucho.


Se ha hablado de los templarios en otra calidad de tropas: flanqueadores, combate ligero, asedios, etc. Pero aún así no existe ni una sola evidencia de que cambiaran en esas funciones su armamento por otro y, ya ni mucho menos, por "espadas largas" en concreto.


Se ha llegado a decir que la Orden del Temple, por ser los guerreros más experimentados y la élite de combate, podrían haber empezado a usarla y luego haberla exportado al resto de los combatientes, que con la desaparición de la orden la pondrían de moda y de ahí ya se vería en el exterior a partir del siglo XIV. Pero esta teoría, además de ignorar todos los datos y cuestiones que he expuesto hasta ahora, es absolutamente carente de pruebas y relaciona a las órdenes militares con maestros (denominación posterior, claro) que poco o nada tenían que ver con los cúmulos religiosos de la época y que no se sitúan ni siquiera en sus mismos marcos geográficos y cronológicos. La absoluta ausencia de pruebas, el resto de los factores citados sobre morfología y uso, o la misma organización e idiosincrasia interna templaria terminan de condenar el resto de la teoría. Es un manifiesto anacronismo, por no decir que una tontería.


Esto también lo elimina otro hecho, que además aporta otro dato a la cuestión general del arma larga: la Orden entrenaba a los templarios, pero no les enseñaba de cero en condiciones normales. Aquellos que ingresaban en la Orden ya eran caballeros o eran plebeyos con experiencia en sus oficios. Se les entrenaba y enseñaba a combatir, pero el 95% de ellos ya había sido educado en su hogar, recibiendo la militaria de combate antes de entrar en la Orden, y recibiéndola allí en casos muy excepcionales. En este contexto, el hecho de que la orden enseñara o manifestara el uso de estas armas es, por todo lo dicho, falacia.


5) Porque NO aparecen: ausencias documentales y gráficas.

Y además de todo lo anteriormente citado, que creo que ya sería bastante en lineas general, además hemos de manifestar un último apartado: la absoluta y tremenda carencia de fuentes documentales o gráficas que manifiesten este uso dentro de las órdenes militares (e incluso fuera de ellas).


Y hay que especificar pues, a fin de cuentas, sí conservamos algunos ejemplos muy primitivos de armas largas que pudieran haber existido en la Edad Media de la Orden del Temple, como el siguiente cuchillo largo, el faussar (un estilo muy primitivo de hoja que, empuñada a dos manos, parece manifestar simbólicamente un armamento de gran fuerza, idem de que lo usa a caballo). Y, logicamente, no es de un templario, y casi poco tiene que ver con una "espada" en sí misma (no es una espada, dado que no tiene guarnición). Lo encontramos en la Biblia Maciejowski, a mediados del siglo XIII.


Para empezar, la espada no tiene grabados, y en la empuñadura llevan algunas la Cruz Tao (T) o simplemente una Pate sin inscripciones. Las otras generalmente son ceremoniales, pero no son las usadas por los Templarios como deja muy claro este articulo.


Sigamos con el articulo;

Apenas existen más elementos con armas de algún tipo semejante, ni siquiera parecidas y ya ni hablamos de iguales, a una espada larga. Seguimos sin encontrar muchas imágenes a nivel corriente, civil o de individuos laicos. Pero si además intentamos encontrar una sola referencia a armas largas en el caso de la orden del Temple, la respuesta es aún más sencilla: no las hay. Ni una sola evidencia.


En todos los casos, los templarios aparecen con sus atributos clásicos: una lanza y un escudo. Siempre se manifiestan de esta forma, y no hay ningún caso en el que aparezca, ni mucho menos, una espada larga.


Pero no lo hay en imágenes y tampoco lo hay en fuentes documentales escritas: sencillamente es un silencio absoluto. Y a pesar de que la espada, como tal, de una mano o de arzón típica del siglo XIII, como escribe Oakeshott (en las fuentes, "espada" a secas), aparece en varias ocasiones, no existen absolutamente nada parecido a un arma mayor.


Por lo tanto, sin pruebas documentales o escritas, además, y con un sustrato arqueológico que corrobora estas cuestiones, lo cierto es que hay que rechazar el uso de las armas largas dentro de las órdenes militares, al menos hasta este siglo XIV citado, por no decir también que del resto de organizaciones o ejércitos laicos de la época. Sencillamente, no tiene cabida.


Se han manifestado las datos: hasta el hecho de que su uso en combate muchas veces se eliminaba (por un buen escudo), relegándose su práctica a un mero combate duelístico, donde tiene lugar más esgrima que dura lucha cerrada, más propia de una batalla.


Conclusión


Actualmente la imaginería popular comete el error (lógico, por otro lado), de representar siempre a estos caballeros y sargentos templarios como esos monjes-guerreros de élite con sus yelmos de cubo y sus espadas a dos manos. Para mi no es ninguna lástima destruir estas cuestiones en un compromiso por mostrar y enseñar la verdadera e histórica cara de sus miembros: no eran monjes guerreros, el yelmo de cubo era casi inexistente, y relegado a escasas cuestiones a caballo, y la espada a dos manos es un completo anacronismo.


Las "espadas largas" (de espadas bastardas/mano y media y espadas a dos manos), por tanto, NO se usaban en la Orden del Temple (ni prácticamente en ningún otro sitio en esta época) dado su cronología y ámbito geográfico, su morfología y uso en combate, la reglamentación templaria, la ausencia de documentación o pruebas, y la carencia de una tradición esgrimística que lo avale.


Contra todo esto, de forma genérica, simplemente se encuentran un gran conjunto de ideas preconcebidas, estudios relativos y de muy poca profundidad y, en algunos casos, incluso razonamientos que poco o nada tienen que ver con el estudio científico o documentado. Las pruebas, no obstante, bastante solidas, hablan de otro modo.


Es firme compromiso de ir desmitificando estas cuestiones a fin de devolver la Historia a su estudio científico y riguroso, y eliminar ideas erróneas incluso entre los recreacionistas que muchas veces las han de enseñar y mostrar. Espero que la labor sea fructuosa y no lleve, por contra, a más errores o confusiones.


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By:   CESAR O. IMBELLONE

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